En un sitio u otro siempre hay elecciones, las águilas
negras de garras rojas no son una excepción y por eso mismo comentan las
noticias populistas, pero sólo una parte, que el bosque se uniera en sus
tierras hace unos 25 años no nos dice nada de la igualdad entre los habitantes
de su gran bosque negro.
La maniobra de recortar en el bosque de cipreses no les
salió del todo bien, los conejos supieron mover los ahorros, ahora están
recomendando otros impuestos para los demás bosques de la zona sud. Sólo para
los de la zona sud, ellos son cuasi perfectos y no necesitan ser salvados o eso
nos hacen creer.
Recomiendan que la Unión de Bosques mire hacia ahorros que
no se puedan mover con facilidad, las ramas de los árboles, esas ramas que
provocaron a un número elevado de ardillas problemas para llegar a fin de mes. Recordemos
que las ardillas pagaron hace tiempo los impuestos ad valorem de esas ramas.
El águila negra nos hace mirar hacia las ramas ya que ellas
están en su mayoría alquiladas, no son propietarias (el problema es suyo si no
saben ver que la cantidad en alquiler durante toda su vida es inferior al
precio de la vivienda), pero han de existir propietarios igualmente o son del
estado o de sus “solventes” y “perfectas” cajas de ahorro.
En este nuestro bosque las ardillas están con el agua por
encima del cuello para poder comprar la rama, aún no se ha descubierto que las
regalen. Puede ser que una justificación para encararse con la rama es que
ellos ahorran pensando en la jubilación.
Con el precio de las ramas y la burbuja que se está deshinchando
poco a poco nos ven ricos. Suerte que siempre los hemos tomado a ellos como
ricos y nosotros los pobres, según los datos que han publicado nos
equivocábamos; nosotros somos los ricos y ellos los pobres – perdón si me río –.
La pregunta es: ¿A partir de cuántas ramas se es rico? ¿Qué precio se considera
antes de la burbuja, durante la burbuja o ahora?
La situación es amenazante y cuesta ver la luz al final del túnel,
pero se sabe que existe y se buscará, se irá con la sonrisa y nos mostraremos
amables, pero las ardillas de este nuestro bosque no se bajaran los pantalones
ni levantarán el brazo estirado para saludar (o eso espero).
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