divendres, 22 de febrer del 2013

La honradez en el bosque


La ardillita va tranquilamente trepando de árbol en árbol, cuando se encuentra en medio de las ramas del pino que está subiendo con la imponente figura de su amiga el águila.
  •         Buenos días – saluda la ardilla llena de ilusión y con su bellota entre las manos.
  •         Buenos días – contesta el águila de manera triste.
  •         ¿Qué te pasa?, te veo triste, deprimida, hundida.
  •         Pues me pasa que en este bosque hay aves carroñeras que están rompiendo nuestra tranquilidad.
  •         Cuando hay depredadores, siempre salen los carroñeros – añade la ardilla en busca de su amiga el águila.
  •         Pero recuerda que yo no soy carroñero – comenta el águila mientras la ardilla levanta las cejas – le enseñe la declaración de la renta a una amiga tuya hace unos días.
  •         Hace tiempo que no hablo con ella – dice la ardilla mientras recuerda que hace tiempo que no ve a su amiga.
  •         Lo que ha hecho ese ave carroñera – la ardilla se maldice para sí misma, ya que oirá las penas de su amiga quiera o no –. Ha sido acusarme a mí y a los míos
  •         ¿También ha acusado a la comunidad de ardillas? – pregunta inocentemente la ardilla.
  •         Que os haya acusado o no a vosotras no importa, lo que importa es que ha acusado a los reyes de los cielos – responde el águila casi gritando –. Esta está cuestionando mi honradez, no sé si me entiendes. Supuestamente nos acusa, según esa ave carroñera está escrito de habernos agenciado de alimentos de una forma que no es del todo correcta.
  •         ¿Lo habéis hecho? – pregunta inocentemente la ardilla.
  •         La respuesta a esa respuesta no viene al caso – responde el águila dejando helada a la ardilla - ¿Dudas de mi credibilidad?- la ardillita se  ha quedado muda contemplando los fríos ojos del águila –. Sabes que soy honesto, entregué mi declaración – la ardilla afirma con la cabeza, no se atreve a realizar ningún otro movimiento –. Cuanto me gustaría que todo el bosque fuera como tú, mis problemas  se reducirían y mucho.

dijous, 21 de febrer del 2013

La asamblea igualitaria


En el bosque, entre medio de ramas y hojas putrefactas hay una pequeña reunión. Por un lado hay las águilas que hablarán de lo que han hecho y como lo han hecho, mientras que de oyentes hay un grupo de ardillitas sorprendidas de que ahora sus portavoces sean esos animales voladores que hace más o menos un año las aterraban, pero no las aterraban tanto como los que había y no decidieron hacer caso al dicho “Vale más malo conocido, que bueno por conocer”. A llegado el momento de empezar y una de las majestuosas águilas sube las tres escaleras de madera, tres escaleras que a las ardillas les costaron mucho de hacer.
      Queridos hermanas y hermanos animales. Hoy estoy aquí como representante vuestro y me gustaría, mejor dicho me encantaría hablar sin interrupciones. Al ser vosotras unos animalitos tan dóciles y listos sé que lo lograréis – ante las grandilocuentes palabras del águila, las ardillas se ponen a saltar y a vitorearla, les acaba de lanzar un alago. El águila sonríe de satisfacción, de momento está logrando su objetivo –. Hablo para deciros que hay otros animales que nos desean mal – comenta el águila ante la sorpresa de las ardillas –, nos desean mal ya que no comparten los mismos designios que nosotros, que vosotras – las ardillas abuchean pensando en los que le desean mal a los que van contra los que las han vitoreado –. Tranquilizaros – comenta el águila mientras mueve el brazo en señal de calma –, todo esto, lo hacen porque consideran que hemos fallado y nos acusan de eso. Nos acusan de haberos fallado a nosotros, vuestros líderes – al oír la palabra líder hay algunas ardillas, pocas que paran de lanzar elogios quedándose calladas y quietas – somos honestos y nos preocupamos. Tenemos puesto el bien común antes que el bien individual. La comunidad antes que el individuo – ante estas palabras, las ardillas se quedan quietas, no las han comprendido y el águila portavoz sonríe, sabe que está a punto de conseguir su objetivo –. Para lograr que sean rumores infundados aumentaremos los controles y las exigencias éticas. A partir de ahora vosotras las ardillas tendréis que vigilar más lo que hacéis.
       Acusan a las águilas, no ha nosotras – comenta una ardilla delante de silencio que se ha creado.
        Acusan a la comunidad – añade el águila portavoz – y con la comunidad también es a vosotras.
        En ningún momento he oído que dijeran algo malo respecto mis vecinos – dice una ardillita mientras se llena de aire los pulmones.
        ¿No soy tu vecino? – pregunta el águila a la ardilla y esta sólo puede afirmar con la cabeza –. Nosotros, vuestros vecinos os vigilamos de las alturas. Donde cada movimiento que hacéis queda visto y registrado, en caso que lo utilizáramos sería con la mayor transparencia posible – la ardilla afirma, con esas palabras ya no recuerda cual era la pregunta que había hecho originalmente –. Dicen que hay corruptos en el interior de nuestra sociedad.
        Pero – comenta la ardilla mientras se da cuenta que puede ser ella la acusada de corrupta por esa bellota que se guardo en otoño en vez de entregarla, decide callar.
        No hay peros que tengan importancia cuando miramos los valores en que se fomenta la sociedad igualitaria del bosque. Por lo tanto, en esta asamblea donde hemos podido oír las voces de las dos partes diremos que un imputado en un delito puede estar en el consejo siempre y cuando sea un ave y no un carroñero.

La gran mayoría de las ardillas vitorean a las águilas, son pocas las que se quedan en silencio recordando la última frase e intentando recordar que han dicho ellas.  

Soy un ente superior


Otra conversación entre la ardillita y el águila
        Mi palabra tiene la misma fiabilidad que un contrato laboral – dice el águila.
        No lo entiendo – comenta la ardilla sorpresa por las palabras que salen de la boca de su compañero de conversación.
        Lo que quiero decir con estas palabras es que soy una persona de fiar – la ardilla arruga el morro en señal de desaprobación –. Ardilla, recuerda que un contrato laboral es de lo mejor que hay.
        Antes puede ser, ahora no estoy segura.
        Antes, ahora y siempre – responde el águila sacando pecho.
        Yo no tengo buena memoria – añade la ardilla mientras el águila sonríe.
        Pues si no tienes buena memoria, no puedes saber cómo era antes.
        Eso sí que lo sé, ya que mis ancestros me dijeron que siempre habían trabajado para el mismo castor jefe.
        ¿Un roedor era el jefe? – pregunta el águila.
        Buenas – responde la ardilla haciendo gestos con los brazos –, ¿qué soy? Con tu inteligencia y sabiduría sabrás que también soy un roedor.
        Pequeño detalle sin importancia. Un roedor no se preocupa por vuestros problemas como lo hago yo – la ardilla levanta las cejas, no ve la relación entre el águila y ella –. Ahora me comentarás que tus progenitores, los progenitores de tus progenitores y así sucesivamente siempre estuvieron realizando las mismas tareas.
        ¿Qué mal hay en eso? – pregunta la ardilla cuestionándose a sí misma.
        Que eran trabajos monótonos, los que yo ofrezco son mejores. O no te has dado cuenta que: ¿ahora puedes cambiar con más facilidad?
        De lo que me he dado cuenta es que ahora han bajado el número de bayas.
        Exacto, el castor no os lo enseño, pero también ha bajado mi número – comenta el águila mientras se le escapa una sonrisa que la ardilla no considera sincera.
        Pero con el castor teníamos más días personales.
        Y eso bajo el número de bayas que recogíais, os estaba haciendo vivir por encima de vuestras posibilidades – la ardilla se queda callada, está asimilando las palabras del águila, se las está creyendo y el águila se percata de la situación.
        Respecte mi ignorancia, pero ahora estoy encontrando unos hechos que no me cuadran. Fue una clase de pájaro, tengo mala memoria y ahora no puedo recordarla, la que nos dijo que por una baya al mes durante cierto tiempo, podríamos tener las ramas de arriba e hicimos caso.
        Esa especie seguro que tenía razón y cuando os lo ofreció era por buenos motivos.
        Pero ahora con los recortes que ha hecho de bayas ya no puedo pagar.

Esos recortes están justificados, son para salvar a los buitres. Os ayudaron y ahora no tienen donde refugiarse, pobres pájaros. Vosotros tenéis la culpa de que el bosque vaya mal – la ardillita hace un paso hacia tras en la rama para alejarse del águila –. Sois las causantes de todos los problemas, pedís y pedís y volvéis a pedir, pero cuando os comentan algo respecto a los recortes en vuestras reducidas expectativas de vida os enfadáis. Tenéis que recordar que los que estamos por arriba siempre hacemos las cosas para que os gusten, para vosotras las ardillas o al menos eso os hacemos creer – comenta el águila justo antes de tragarse a la asustada ardilla

La honestidad en el bosque


Estos dos animales, creo que pueden ser definidos por una amplia gama de la población. En caso que esté equivocada adjunto una pequeña descripción.
Las ardillas o ardillitas son esos animales que gracias a Disney la gran mayoría tenemos definidos (recordemos a Chip y Chop). Son inofensivos y básicamente se alimentan  de bellotas (o eso decían los dibujos) y frutos que encuentran por el bosque, donde viven.
El águila, ese no lo tenemos tan visto de los dibujos, en todo caso de los documentales de La 2. Se alimenta de todo tipo de animales que se puedan encontrar en el bosque, incluidas nuestras queridas ardillitas. No es el más veloz de los cielos, tenemos que tener en cuenta que es superado por el halcón peregrino.
Ahora que ya tenemos a los protagonistas y sabemos su modo operante prestemos atención a esta conversación. Los traductores han tenido que trabajar mucho para que se pueda entender, ya que la gran mayoría no entendemos el lenguaje animal.
El águila va a posarse en una ramita del árbol por el que sube la ardilla.
–        ¿Me podrías dejar pasar? – pregunta la ardillita a ese pájaro enorme que tiene delante.
–        Si lo hiciera, ¿qué me darías a cambio? – responde el águila con otra pregunta ante la sorpresa de la ardillita.
–        Sólo tengo unas bayas – contesta la ardilla con cara de asombro y sin entender a que ha venido la pregunta –. Soy una simple ardilla.
–        Me da igual lo que seas – añade el águila de mala manera –, yo soy más grande, más bella y más lista. Soy mejor que tú – la ardilla sólo puede abrir los ojos y subir las cejas –. Pequeña, hoy he tenido mal día, disculpa mi humor – dice el águila en un tono más tranquilo sorprendiendo a la ardillita y con un extraño brillo en los ojos.
–        Pero, ¿yo no sé qué eres? Y creo que tú sabes lo que soy yo.
–        Tú eres una ardilla, la cola te delata. Yo soy un águila.
–        Entonces, tú mataste a mi padre, a mis hermanos, a mis tíos, a mis cuñados, a los hijos de mis cuñados – al recordar la sombra que acechaba a los familiares muertos, los ojos se le humedecen –, a mi suegra – en ese momento a la ardilla se le dibuja una sonrisa en el rostro.
–        No lo creo – responde el águila –. Soy un águila vegetariana.
–        ¿Cómo? – pregunta la ardillita sorprendida.
–        Soy de una nueva raza. Si quieres te dejo ver mi declaración de la renta para que te lo creas.
–        Las ardillas somos muchas – responde la ardillita, mientras el águila sonríe – y de tu clase, hay pocos.
–        Eso hacemos creer. Pero si ahora te dijese que para subir a la parte superior del árbol te toca pagar 1€, ¿Qué harías?
–        Buscar a mis amigas las ardillas y protestar.
–        ¿Crees que alguien os oiría? – pregunta el águila mientras dibuja una sonrisa de victoria en su rostro.
–        Todo el bosque – contesta la ardilla.
–        ¿Os harían caso? – pregunta el águila sin quitar la sonrisa del rostro.
–        Por supuesto – contesta convencida la ardilla.
–        Claro – añade de forma pausada el águila –. Los animales no saben que los vigilo – al decir estas palabras el águila vuelve a sonreír  – ¿De qué hablábamos?
–        Del euro por subir a la copa – con la respuesta de la ardilla el águila se pone a reír –. No te rías de mí.
–        No me río de ti. Me río de todas vosotras las ardillas, es fácil haceros olvidar. Si ahora dijese que perdono el euro – la ardilla se pone a saltar de la ilusión –. Es muy fácil haceros olvidar lo que es realmente importante – añade el águila justo antes de engullirse a la ardilla –. En la declaración de la renta sólo sale lo que ha de salir, en ningún momento pondré mis hábitos alimenticios – el águila observa el tronco y ve como sube otra ardilla.