Hoy en estas líneas se romperá el esquema, la norma, no se
hablará de este nuestro bosque. Se hablará de un pequeño bosque de cipreses que
hay bien entrado en el charco del lado este, casi al final de todo, cerca de
las tierras desconocidas que ya no pertenecen a la Unión de Bosques.
En ese bosque hay otro tipo de fauna, otro tipo de
vegetación y otra forma de pensar. Es un bosque rico o era rico en materias
primeras hasta que los habitantes del bosque hay más al norte de nuestra unión
las explotó. Ese bosque tenía, ahora tiene en menor proporción, cobre, piritas
de hierro, amianto, yeso, mármol, pigmento de arcilla, madera (recordemos que
es un bosque) y sal (recordemos que es una isla).
Pues bien todo y tener recursos, ahora en menor medida que
antes, se hunde. Para evitar su hundimiento ha pedido ayuda a la Unión de
Bosques. Esta unión actualmente está dirigida por un águila negra con pico y
garras rojas.
La UB les pide una cierta cantidad de dinero, que ahora mismo
ellos no pueden pagar. Por lo tanto lo que sugirió en primer momento la UB fue
que fueran los ahorradores, que habían dejado los frutos a los buitres quienes
se sacrificaran. Eso no le hizo gracia a la fauna de la isla, que empezó toda a
sentirse ese animal de orejas grandes, dientes pronunciados, cola pequeña, se
sentían conejos. Dicha fauna no entiende la razón de su castigo, cuando ellos
no han hecho nada malo, ellos son los trabajadores que se guardaban sus frutos,
la pega es que no guardaban los frutos debajo de las raíces de los cipreses.
Al mismo tiempo con
esa maniobra está despertando al gigante rojo que aún vive más hacia el este.
No se dan cuenta de los peligros que puede llegar a conllevar. A los demás bosques de la periferia Sud les
están diciendo: “Estad tranquilos, no os pasará nada”. Siendo esas palabras de fácil
relacionar con la calma que anuncia la tempestad.
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