diumenge, 24 de febrer del 2013

¿Cortina de humo?


La ardillita iba paseando tranquilamente por el bosque con la tripa bien llena ya que había encontrado una zarza con unas deliciosas moras. Cuando oye dos voces en la lejanía, una de las voces la sabe identificar con su amiga el águila, mas la otra le resulta desconocida, espantosa y desconocida. Se queda un rato quieta en el sitio, meditando; pensando que es lo más correcto que puede hacer, pero al final se olvida de lo que es o no correcto y decide ir a ver, mejor dicho, ir a oír.
  •           Bueno, bueno, bueno. Amigo mío te tengo que felicitar – dice el águila mientras se acaricia las plumas de debajo del pijo.
  •           El objetivo del contrato era ese ¿o no? – contesta otra voz, la ardilla se acerca para mirar al que le pertenece y ve un cuervo.
  •           Sí, era que miraran hacia otro lado – contesta el águila –. ¿Sabrás librarte de la ofensa pública?
  •           ¿Sabes tú volar? – oye como grazna el cuervo al águila, justo antes de entrar los dos en el mundo de las risas siniestras –. Lo que se ve raro, es que me tuvieras trabajando para ti hasta hace cuatro días.
  •           No quería buscar tu altruismo – las dos aves vuelven a reír –.  Siempre puedo decir que hay muchos carroñeros en la limpieza del bosque y alegar no conocerlos a todos personalmente – a la ardilla se le empieza a helar la sangre, sabe que la conversación que está escuchando, no la tendría que oír –, sería una faena realmente espantosa y difícil.
  •          Mientras eres el centro de las miradas, puedo hacer y deshacer a mi gusto – comenta el águila mientras el cuervo mueve la cabeza en señal de afirmación –. Al acusarte, ya no piensan en los recortes salariales, si los tuviese que nombrar todos no acabaríamos nunca, ya sabes por donde voy – al escuchar estas palabras del que creía su amigo la ardilla da un paso hacia tras pisando una rama seca de entre la hierba que rompe.
  •          ¿Has oído? – dice el cuervo mientras levanta el vuelo.

El cuervo se pone a buscar con vuelos bajos al que ha pisado la rama, cuando para justo delante de la ardilla. La ardilla empieza a temblar, retrocediendo lentamente, hasta llegar a lo que cree la firmeza de un tronco. Mira hacia arriba y ve el pico del águila abriéndose encima de ella.

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